Haití: El “éxito” del Banco Mundial contra la democracia
Traducido por Periodismo Internacional Alternativo
22 diciembre 2012
Parte 1
Un proyecto de desarrollo comunitario del Banco Mundial (BM) implementado en más de la mitad del territorio de Haití, con una duración de ocho años y un presupuesto de 61 millones de dólares, ha servido para reparar calles, construir escuelas y distribuir insumos para la vida cotidiana. Sin embargo, al mismo tiempo el Proyecto para el Desarrollo Comunitario Participativo (PRODEP por sus siglas en inglés) ha ayudado a socavar un estado que ya estaba debilitado, contribuyó a dañar el “tejido social” de Haití, encabezó lo que podría denominarse una “reingeniería política y social” e incrementó las sospechas sobre corrupción y derroche de dinero.
Como parte de una estrategia general para promover la participación comunitaria en la elección de los proyectos de desarrollo en cada región PRODEP otorgó 17.500 dólares en donaciones a unas 1500 organizaciones territoriales (CBO por sus siglas en inglés) en 59 distritos. No obstante, una investigación realizada por Haiti Grassroots Watch (HGW) reveló que PRODEP hizo mucho más que financiar los proyectos.
Al promover la formación de grupos para que obtengan donaciones, PRODEP profundizó el status de Haití como una “República ONG.” Los proyectos también dañaron los sistemas tradicionales de solidaridad y en algunos casos incluso reforzaron el poder de las elites locales.
A pesar de que la mayor parte del trabajo de campo realizado por HGW se concentró en el Sudeste, recientes reportes de economistas del BM –institución que financió PRODEP- respaldan la idea de que los resultados pueden ser extrapolados a todo el país. En sus artículos así como en su nuevo libro – Localizando el Desarrollo ¿Funciona la Participación? – Ghazali Mansuri y Vijayendra Rao encontraron que muchos de los “desarrollos impulsados por la comunidad” (CDD por sus siglas en inglés) tienden a beneficiar a los “más ricos y más educados”, quienes habitualmente están “más conectados políticamente”, quienes “tienden a tomar las decisiones en las reuniones comunitarias.” Según los economistas, estas mismas elites pueden incluso obtener apoyo político para postularse para un cargo público. Irónicamente, el director nacional del PRODEP promociona la formación de nuevos políticos.
En una conferencia de prensa en Julio de 2012, Michael Lecorps, director de la Oficina de Monetización y Ayuda a Proyectos de Desarrollo del gobierno haitiano (BMPAD por sus siglas en francés, se ocupa de supervisar el PRODEP), dijo: “Existen muchas personas que se vuelven diputados gracias al PRODEP. Se volvieron líderes.”
Mientras Lecorps parece evaluar positivamente el uso de los dólares del BM para consolidar feudos políticos, otras personas no lo consideran de esta manera, incluyendo algunos que se asocian con el PRODEP y ocupan un lugar en los municipios que monitorean los proyectos. Emile Theodore, un campesino en las afueras de Bainet, localidad ubicada en el Sudeste del país donde HGW centró su investigación, deploró esa búsqueda de construcción de “capital político” tanto como el repentino nacimiento de decenas de “organizaciones” creadas únicamente para obtener fondos y donaciones. Theodore explicó que “El hecho de que concedan 17.500 dólares para pequeños proyectos significó que una gran cantidad de organizaciones fueron creadas sólo para obtener esas donaciones.”
¿Qué es el PRODEP?
En 2004 el BM lanzó el PRODEP en Haití. El trabajo fue encomendado principalmente a dos agencias de ayuda internacional: Centro de Estudio y de Cooperación Internacional de Canadá (CECI) y la Fundación Panamericana de Desarrollo (PADF). Estas dos organizaciones establecieron departamentos técnicos a lo largo del país en los cuales se censaron las organizaciones existentes y se monitoreó la creación de otras nuevas.
Un vidéo de PRODEP (en kreyòl).
Basado en un programa similar desarrollado en Brasil, el objetivo principal de la iniciativa era calmar a la población. Rincher Fleurent-Fils, Coordinador de la oficina técnica del Departamento Sudeste del PRODEP, explicó que “PRODEP comenzó luego de una turbulencia política en el país…El objetivo era crear paz social.”
Esta afirmación está sostenida por documentos del BM escritos conjuntamente con otros de los principales defensores y financiadores del gobierno interino que fue llevado al poder para reemplazar al presidente Jean-Bertrand Aristide, derrocado ilegalmente en 2004.
El Marco de Cooperación Interino (ICF por sus siglas en inglés) – lanzado en Julio de 2004 por el BM, la ONU, la Unión Europea y el Banco Interamericano de Desarrollo – es un documento público destinado a guiar la “transición democrática” luego de la remoción ilegal de Aristide hacia un gobierno elegido democráticamente.
Los autores de este material remarcaron que “El ICF está inspirado en similares ejercicios de identificación de necesidades dentro de países en situación de postconflicto, tales como Afganistán, Irak, Timor Oriental y Liberia,” aun cuando la realidad de esos países difiera drásticamente con la de Haití.
En realidad el ICF puede ser considerado como una hoja de ruta destinada a lograr que el pueblo haitiano acepte el cambio de régimen inconstitucional y la misión de los cascos azules de la ONU. Según el propio texto del documento, este mapa fue desplegado con la participación del “Gobierno Haitiano” y la “sociedad civil”. Pero principalmente el ICF se caracterizó por “el fuerte involucramiento de 26 agencias bilaterales y multilaterales,” llamadas “los amigos de Haití.”
El ICF recomendó, entre otras acciones, “el establecimiento de estructuras participativas descentralizadas” dado que las autoridades locales son “débiles.” Luego el ICF avanza en el pedido de “intervenciones” de “rápido impacto” para el desarrollo descentralizado, por fuera de las estructuras de gobierno. Según el informe, esas acciones deberían ser implementadas por “organizaciones especializadas, locales y nacionales, utilizando un acercamiento participativo de acuerdo a los modelos que ya han sido puestos a prueba en Haití.” El ICF proclama: “Donde no existan dichas organizaciones, éstas serán creadas.”
Según el informe del BM, al menos 232 nuevos CBO fueron “creados como resultado del proyecto” y luego erigidos como consejos y federaciones regionales, como una suerte de “Asambleas Comunales” privadas. Las asambleas aludieron a la Constitución Haitiana, que todavía debe ser establecida. Es decir, se está montando un Estado paralelo virtual.
Los nuevos y viejos CBO fueron entrenados y estructurados como consejos regionales llamados COPRODEP. Con asistencia de CECI y PADF, los nuevos consejos supervisaron la sumisión a los proyectos por parte de los CBO, cuya financiación fue seleccionada mediante el voto dentro de cada PRODEP. Este organismo a su vez es quien debe financiar las iniciativas y el que ordena que se los monitoree. Los proyectos se organizan en tres categorías: “productivos”, relacionados con actividades ganaderas, agricultura, pesca, etc.; “sociales”, vinculados a centros comunales, escuelas o almacenes comunitarios; e “infraestructura”, como pueden ser puentes, caminos y redes hidráulicas. Según el BM los proyectos han construido o reparado 785 km de rutas, 444 centros de distribución de agua, 448 aulas de escuela, y contribuyeron a construir o preservar otros servicios comunitarios tales como clínicas de salud.
El BM gastó un total de 29 millones de dólares en 1.519 proyectos. Pero los grupos recibieron menos de 17.500 dólares cada uno. Según un miembro de PRODEP/PADF, el 12 por ciento de ese dinero fue destinado a gastos administrativos: %3 (U$D 525) para COPRODEP y %9 (U$D1.575) fue destinado a oficinas técnicas a lo largo de la región.
De acuerdo al BM, Adicionalmente, otros 32 millones de dólares – más de la mitad del presupuesto original de u$d 61 millones – debieron ser utilizados para entrenamiento, administración, evaluación y otros costos de las estructuras y personal del BMPAD, CECI y PADF.
Construyendo “cohesión social”
El personal del PRODP y el gobierno central tuvieron el control sobre la selección de las organizaciones a las cuales se les otorgó el derecho a presentar proyectos, participar de los consejos y decidir sobre esos proyectos. Según Fleurent-Fils, cada organización debía ser reconocida oficialmente tanto por las autoridades locales como por el Ministerio de Asuntos Sociales para calificar.
Fleurent-Fils explicó que “Analizamos todos los grupos [en una región] para conocer que tipo de organizaciones son. Nos preguntamos si son realmente organizaciones comunitarias…Una vez que estamos en contacto con ellos, los ayudamos a que se reestructuren por sí mismos para que puedan ingresar dentro de nuestro sistema.”
Los funcionarios del PRODEP aseguran que “más del 70 por ciento” de los proyectos fueron “exitosos,” principalmente porque los objetivos propuestos fueron alcanzados, y en segundo lugar porque crearon “cohesión social.” Este término es utilizado en los documentos del PRODEP y sus funcionarios, como Lecorps y Arcène Jerome, quienes encabezan el PRODEP en cinco departamentos geográficos donde PADF desarrolla el programa.
Según las palabras de Jerome, “Cuando todas las organizaciones comunitarias estén federadas dentro de COPRODEP, habremos logrado nuestro objetivo de reforzar la capacidad organizacional y la utilización de ‘redes de trabajo’ estableciendo lazos entre ellas. Todo esto crea lo que llamamos cohesión social, porque como solemos decir, el objetivo es construir capital social.”
Sin embargo las afirmaciones de Jerome van en dirección opuesta a las observaciones de los economistas del BM. En su trabajo publicado en junio de 2012 titulado “Can Participation Be Induced? Some Evidence from Developing Countries,” (¿Puede la participación ser inducida? El caso de algunos países en desarrollo) Mansuri y Rao aseguraron que “existe muy poca evidencia que permita sostener que la participación inducida construya lazos permanentes de cohesión, incluso a nivel comunitario. La formación de grupos tiende a ser fragmentada y desigual… La gente es inducida a participar y establecer redes de trabajo, pero las personas lo hacen para obtener el dinero y otros recursos proveídos por el proyecto.”
Los autores también notaron que “En general, los proyectos suelen tener un impacto muy limitado en sus metas de generación de cohesión social o de reconstrucción del estado. Esos proyectos están controlados por las elites y tienden a excluir a los pobres.” Para Mansuri y Rao “La participación inducida –particularmente cuando está organizada sin ningún proyecto concreto- está casi destinada al fracaso.”
¿Quién tiene razón, el PRODEP o el BM? ¿Han construido “capital social” y “cohesión social” en Haití? ¿En verdad el 70 por ciento de los proyectos son exitosos? ¿A qué se refieren con el término “exitosos”?
La version vidéo de ésta investigación (en ingles).
Parte 2
Haití Grassroots Watch (HGW) analizó un proyecto emplazado en Bainet. Las visitas y entrevistas fueron realizadas en agosto de 2011. Según PADF, el PRODEP financió un total de 60 proyectos en esa comuna –seis en el pequeño pueblito costero y seis en cada una de las otras nueve secciones comunales.
HGW visitó dos proyectos ubicados en el pueblo. El primero, destinado a la purificación del agua llevado adelante por OFB (Òganizasyon Fanm Bene) en el centro de Bainet, financiado con una suma cercana a los 19.000 dólares. Según los observadores y un miembro de la OFB – que pidió no revelar su nombre – este proyecto nunca fue operativo.
El edificio que alberga el proyecto de purificación de agua. Nunca ha funcionado.
La integrante de la OFB, mientras abría la puerta del lugar que aloja el proyecto, expresó que “PRODEPT/PADF nos dió un montón de maquinarias que nunca funcionaron.” Dentro del edificio, las máquinas cubiertas de polvo abarrotaban la habitación. Bolsas de plástico que se suponía iban debían ser llenadas con agua purificada, descansaban en pilas esparcidas por el suelo.
Cerca de allí, el cibercafé “OPA-net” estaba también cerrado bajo candado. Llevado adelante por OPA (Oganizasyon Peyizan an Aksyon) y financiado con más de 20.000 dólares según documentos del BM, OPA-net ha estado cerrado durante los últimos tres años. Pantallas, CPU, sillas, escritorios y una fotocopiadora, todos sucios y polvorientos, llenaban el pequeño espacio alquilado.
El Coordinador de OPA Saint-Gladys Fleuranville aseguró que el proyecto se detuvo el 12 de enero de 2010, día del fatídico terremoto, debido a que el equipo que conectaba el centro con internet fue desplazado. “Estaba funcionando muy bien hasta ese momento. PADF tiene un Programa de Refortalecimiento que nos ayudará. Estamos esperándolos porque este es el único cibercafé en toda la comunidad.”
Consultado acerca de los proyectos de cibercafés y purificadoras de agua, Rincher Fleurent-Fils, coordinador de la oficina técnica de PRODEP/PADF en Jacmel, reconoció que algunas iniciativas han tenido “algunos problemas” que todavía necesitaban ser resueltos, tales como la conexión a internet. El funcionario también agregó que “estos proyectos tampoco pudieron pagar sus deudas.”
Arsel Jerome, supervisor de Fleurent Fils, quien monitorea PRODEP en cinco departamentos de Haití, indicó que estaba informado acerca del cierre de los programas purificadores de agua y de los cibercafés. Jerome admitió que “El modo en que esos proyectos comenzaron fue un poco amateur.” Tanto fue así que 119 de los 700 proyectos supervisados por PADF necesitaron algún tipo de “corrección” o “refuerzo” según apuntó el propio Jerome.
Arsel Jerome de PADF.
HGW visitó otros cuatro proyectos en Anba Grigri, la novena sección comunal de Bainet. Esta aldea se ubica al otro lado del río Bainet, sobre un camino de tierra, enlodado y repleto de pozos. El caserío y las colinas que lo rodean son hogar de unas diez mil personas que no cuentan con electricidad, acceso a agua potable ni redes cloacales. Los campesinos cultivan papas, batatas, maíz y sorgo; crían vacas y cabras, y pescan en el río cercano. A menudo los habitantes de Anba Grigri no pueden transitar hacia el pueblo de Bainet debido a las crecidas del río. Luego de que el huracán Isaac atravesara Haití en agosto de 2012, la comunidad perdió contacto con la zona este durante tres meses.
Uno de los concesionarios más infames del PRODEP es el proyecto relacionado con la pesca, la OD9S (Oganizasyon pou Devlòpman 9vyèm Seksyon), que contó con 17.500 dólares para comprar motores para botes, redes, lineas, heladeras, un generador y baterías.
Casi de inmediato, la organización tuvo problemas para resolver en cómo debía usarse ese dinero. La posición de los pescadores prevaleció y por ello se compraron nuevos motores y otros materiales que permitieron a los trabajadores navegar en el mar y obtener una mejor pesca. No obstante, hubo acusaciones de recibos falsos con costos inflados en los materiales y denuncias de robo. Según un miembro de OD9S que habló con HGW, la pesca que se consiguió con el proyecto se continúa vendiendo en el mercado a precio regular.
Uno de los barcos construidos con el dinero PRODEP.
Un pescador admitió que por lo menos uno de los motores y parte del dinero destinado para mantenimiento “desapareció” y que otro engranaje se perdió debido a “causas naturales.” El hombre agregó que “Esperamos que PRODEP-PADF pueda ayudarnos para poder comprar más equipamiento.”
El Almacén Comunitario de Bainet se ubica en la calle principal que conduce hacia Anba Grigri. La tienda ofrece lo mismo que otros pequeñas “boutiques,” principalmente productos importados que abarrotan los comercios a lo largo de Haití: alimentos enlatados, arroz, porotos, fideos, aceite de cocina, salsa de tomate, galletas de agua, ron y otros productos. El Almacén Comunitario vende sus productos al mismo precio que otros comercios locales y no recibe muchos clientes. Durante la visita de HGW, Delva Henry, el encargado de la tienda, pidió a un amigo que “compre” algo para HGW.
Delva Henry y sus amigos pasan el tiempo en el porche de la tienda.
“Existen muchas tiendas en nuestra sección comunal” admitió el encargado. El hombre señaló que estaba pensando en “escribir una propuesta” para pedir más dinero y entonces poder mejorar su tienda, la cual mantiene junto a su esposa. Los miembros de la comunidad informan que el almacén no tiene diferencias con el resto de los mercados.
Según François Brunel, miembro de OJDB (Oganizasyon Jen pou Devlòpman Bene) se trata de “un negocio privado.” Brunel indicó que la tienda no ofrece ningún tipo de crédito o descuentos a los residentes locales. “Es un éxito porque existe y está funcionando, pero ellos afirman que tienes que ser miembro de su organización para acceder a un pequeño crédito. Creo que todos los miembros de la comunidad deberían ser beneficiados.”
Cerca del lugar, la Coordinación para la Mujer de Bainet (Kòdinasyon Fanm Bene o KOFAB) recibió un subsidio para construir un molino de granos de maíz. HGW notó que se encontraba en funcionamiento y parecía ser frecuentado por los miembros de la comunidad.
Una anciana comentó que “antes de que tuviéramos el molino teníamos que moler el maíz y el sorgo con un mortero de mano o caminar una distancia enorme. El molino ha hecho las cosas más sencillas.” Pero esto no significa que KOFAB se esté haciendo cargo del proyecto.
“El proyecto es un éxito porque, como pueden apreciar, me está empleando a mí” explicó Fabien Jean André Paul, quien asegura que está a cargo del molino en lugar de KOFAB. “De vez en cuando me encuentro con las mujeres de la organización y les doy un reporte.”
El gerente del molino, Fabien Jean Paul André.
Otro proyecto que produjo resultados fueron las cabras. Una organización de campesinos recibió un subsidio para comprar animales, los cuales se reprodujeron lo suficiente como para que cada miembro delMouvman Peyizan Kay Anwò tenga hoy en día su propia cabra. Alezi Jean Bastien, uno de los campesinos del movimiento dijo: “Antes no muchos de nuestros miembros tenían cabras. Ahora casi todos tienen una porque nuestra organización consiguió el financiamiento para el proyecto. La vida mejoró un poco para la gente debido a que las cabras valen entre 2.000 y 3.000 gourdes (50-75 dólares) cada una.”
Valoración y evaluaciones
El historial de PRODEP en Bainet y sus alrededores no es tan bueno como lo indica aquel “70 por ciento de éxito” promocionado por PRODEP y PADF. Dos de los proyectos de Bainet han estado cerrados durante años, y de los seis proyectos emprendidos en Anba Grigri, sólo dos –un 33 por ciento- estaban operando. La razón principal, según señalaron Theodore y otros, es que una vez que el dinero es desembolsado hay muy poco seguimiento y verificación de su uso. Jerome admitió que “En algunos casos toma un tiempo que se lleve a cabo la supervisión. Digamos que algunas veces existen problemas administrativos.”
Sin embargo los funcionarios de PRODEP y PADF jamás mencionaron algún tipo de irregularidad, ni en las evaluaciones posteadas en internet, ni en la literatura distribuida en las conferencias de prensa, ni tampoco en las entrevistas. El documento más reciente disponible en internet califica el desempeño de PRODEP como “satisfactorio”, sin más detalles, aun cuando un documento presentado en 2010 efectivamente nota que la evaluación de la experiencia resultó un “desafío importante.”
Pero si “más del 70 por ciento” de los proyectos fueron “exitosos”, por deducción, entre un 20 y un 30 por ciento de ellos no lo fueron, lo cual quiere decir que el financiamiento de unos 400 proyectos –más de 6 millones de dólares- fueron desperdiciados. Los documentos de PRODEP y del BM tampoco mencionan si las personas acusadas por hechos de corrupción o desvío de dinero fueron llevadas ante la justicia o si rindieron cuentas. A pesar de las numerosas promesas, HGW nunca recibió una copia de la evaluación final de PRODEP, que fue terminada en junio de 2012.
Lo que HGW sí pudo descubrir fue que la aparente falta de monitoreo, verificación y evaluación no es exclusividad de Haití. Los economistas del BM Mansuri y Rao notaron en sus estudios una “falta de atención generalizada sobre los sistemas de monitoreo” dentro de los autodenominados programas de “Desarrollo Impulsado por la Comunidad” (CDD por sus siglas en inglés) que se encuentran diseminados por todo el mundo. Mansuri y Rao hallaron que sólo el 40 por ciento de los proyectos CDD que analizaron tenían algún tipo de supervisión o evaluación. Los economistas escribieron: “La mayoría de los encargados de proyectos que participaron en los sondeos señalaron que las políticas del BM no proveían incentivos para un control y evaluación efectivos.”
“Con estas cifras, ¿tiene derecho el PRODEP a calificar su proyecto como “exitoso”?
Parte 3
A pesar de que el trabajo de campo extensivo de HGW estuvo concentrado en el Sudeste, un reporte de los dos economistas del BM apoya la idea de que los hallazgos pueden ser extrapolados a todo el país.
En sus artículos y en su reciente libro -Localizing Development – Does Participation Work?- Ghazali Mansuri y Vijayendra Rao encontraron que muchos proyectos CDD tendieron a beneficiar a los participantes “más ricos y mejor educados,” quienes a su vez estaban “más conectados políticamente” y quienes “tienen a tomar las decisiones en las reuniones comunitarias.”
Gracias a PRODEP, el “estado fallido” de Haití vuelve a fallar
Uno de los resultados más cuestionables del sistema de PRODEP es lo que parece ser un boicot deliberado del estado “fallido” de Haití.
Durante décadas, financiamientos de emergencia o para el desarrollo han evitado al estado haitiano, al cual muchos gobiernos y agencias extranjeros han desacreditado como corrupto e ineficiente. Existieron, y aún existen, razones internas para la mal desempeño y administración de las instituciones gubernamentales haitianas. Pero, tal como escribió recientemente Angela Bruce Raeburn, asesora de la ONG Oxfam, “Comprender como los EE.UU. y otros donantes internacionales han financiado al gobierno haitiano en el pasado es clave para comprender el débil Estado haitiano del presente.”
Un estudio realizado por el Enviado Especial de la ONU en 2011 mostró que en 2007 sólo el 3 por ciento de la ayuda bilateral y el 16 por ciento de la ayuda multilateral fue “presupuesto para el apoyo”, lo que significa fondos para los ministerios de gobierno y sus programas, incluyendo a los funcionarios elegidos en las secciones comunales y sus presupuestos locales.
Sin embargo, este documento muestra que la forma más efectiva de ayudar a fortalecer las instituciones públicas es canalizando los recursos a través de ellas. Esto no ocurre en Haití, dado que “la mayor parte de la ayuda continúa siendo canalizada en forma de subsidios directos hacia agencias internacionales multilaterales y proveedores de servicio privados (ONG y contratistas privados).
Análisis de ODA (Ayuda Extranjera para el Desarrollo) para Haití año 2007.
Sólo el 3% de las donaciones bilaterales fueron destinadas a los presupuestos
gubernamentales. Las donaciones multilaterales destinaron un 16%.
El Enviado Espacial Adjunto Dr. Paul Farmer prologó este informe señalando que “la creación de trabajos y el apoyo al gobierno son la clave para asegurar el acceso a los servicios básicos.” Farmer llamó a los donantes a que “inviertan directamente en el pueblo de Haití y sus instituciones públicas y privadas. El proverbio haitiano sak vide pa kanpe –“un saco vacío no puede quedarse parado”- se aplica aquí. Para revitalizar las instituciones de Haití, debemos canalizar el dinero a través de ellas.”
Los proyectos CDD como PRODEP también funcionan mejor cuando trabajan junto con los gobiernos locales, según lo afirman los economistas Mansuri y Rao. Sin embargo, el programa PRODEP deliberadamente canaliza sus financiamientos exclusivamente a través de proveedores de servicios privados: las agencias CECI y PADF, y las autodenominadas organizaciones de base comunitaria (CBO).
Oficina de CASEC vacía. Anba Grigri.
Lo que podría haber sido más sensato, era financiar los gobiernos locales rurales de Haití – CASEC (Conseil d’administration de section communale) cuyos presupuestos actualmente palidecen en comparación con las CBO privadas. En 2008, seis de estas organizaciones en Anba Grigri recibieron cerca de 100.000 dólares entre todas, mientras que el CASEC local tuvo solo 6.500 dólares de presupuesto para el año entero, que incluía construir un “centro comunitario”, reparar los caminos y organizar las celebración anual del pueblo entre otras cosas.
¿La construcción de un gobierno paralelo?
Incluso antes de que PRODEP comenzara, el BM y otros donantes convocaron a la creación de organizaciones que “facilitaran el rápido impacto” y las “intervenciones” descentralizadas, por fuera de las estructuras de gobierno locales.
PRODEP cumplió este pedido al trabajar con los CBO existentes y ayudando a crear otras organizaciones territoriales nuevas, para luego ofrecerles entrenamiento y apoyo. El siguiente paso fue la creación de los consejos COPRODEP, para los cuales los ejecutores del BM y PRODEP tenían aún más planes en mente. Así lo expresó el documento presentado por el BM en 2010 para justificar el financiamiento de 15 millones de dólares adicionales para PRODEP: “La meta es que el COPRODEP evolucione desde una proyecto específico hacia una institución comunitaria, autosustentable y dirigida localmente. Y que pueda manejar financiamiento de múltiples fuentes y apoye la capacidad de las instituciones públicas locales.”
Los COPRODEP son denominados actualmente CADEC (Conseils d’Appui de Développement Communautaire o Consejos para el Apoyo de Desarrollos Comunitarios). PADF y CECI han sido contratados para ayudar los CADEC a “convertirse en asociaciones sin fines de lucro que puedan luego desarrollarse en ONG con capacidad de apoyar instituciones públicas locales, proyectos y programas.” Los funcionarios locales elegidos en democracia y algunos “notables” de la comunidad son invitados a participar de los consejos, pero el 80 por ciento de los asientos están destinados a miembros de las ONG. Para Arsel Jerome, funcionario de PADF, “Asistimos a una pequeña revolución que está teniendo lugar a nivel departamental…el gran reto para nosotros es institucionalizar PRODEP y los CADEC para que se conviertan en estructuras locales que dirijan todas las actividades locales de desarrollo comunitario.”
Aquello que puede ser visto como la descentralización de “La República de las ONG” ha alcanzado sólo la mitad de las 140 comunas de Haití, pero funcionarios del PRODEP declararon oficialmente hace poco que están buscando conseguir 100 millones de dólares para financiar un PRODEP 2 de escala nacional.
¿Daño a las organizaciones de base de Haití?
Sumado al boicot a las autoridades locales, el método de PRODEP también parece agredir las organizaciones de base locales y aquello que los economistas del BM denominan participación “orgánica” o “endógena,” el tipo de organización y participación que llevan delante los movimientos sociales.
Elace Dirou, un granjero miembro de Kòdinasyon Oganizasyon Bene (KOB, Coordinadora de Organizaciones de Bainet) se lamentó diciendo que “cuando estos proyectos llegaron a nuestra comunidad, destruyeron las organizaciones. Ellos transforman a las personas en enemigos. La gente que acostumbraba a compartir lo poco que tenían –sal, fósforos, etc.- ahora se dan la espalda.
Dirou dijo que la KOB –fundada en 1990 durante los días eufóricos del movimiento popular y democrático- se abstuvo de participar en PRODEP cuando se dio cuenta las transformaciones políticas y sociales que podrían resultar de ese proyecto.
El antropólogo Mark Schuller ha documentado estos cambios desde 2001. El Profesor de la Universidad de Illinois del Norte y de la Universidad Estatal de Haití, autor del libro Killing With Kindness – Haiti, International Aid and NGOs (Matando suavemente – Haití, la ayuda internacional y las ONG) con dijo: “Con el influjo de las ONG y sus proyectos, la gente ha perdido sus sentido de solidaridad, de trabajo conjunto. Considero que esto es uno de los efectos más directos que las ONG han tenido aquí. Estas organizaciones están basadas en contratos, en dinero en el ¿qué puede usted hacer por mí?”
El antropólogo también explicó: “Debido a que los extranjeros son quienes están ayudando, después de un tiempo las personas hasta dejaron de creer en los haitianos. Ellos dicen ‘Los haitianos no pueden hacer nada’ dado que las ONG son las que están haciendo todo el trabajo en sus barrios… Esto tiene un impacto directo en las relaciones de la gente con sus pares y en su trabajo colectivo.”
Mientras los documentos de PRODEP y sus funcionarios afirman que el programa ayudó a “mejorar la gobernabilidad de la comunidad y aumentar el capital social,” los economistas del BM que sondearon los proyectos CDD en todo el mundo aseveraron que esto era prácticamente imposible. En su trabajo de junio de 2012 ¿Puede la participación ser inducida? El caso de algunos países en desarrollo) Mansuri y Rao concluyeron que “la idea de que todas las comunidades disponen de un ‘capital social’ que simplemente pueden aprovecharse, es ingenua y extrema.” Los economistas destacaron en otro documento presentado un año antes que “la participación [en proyectos CDD] tiene muy pocos efectos en la expresión de las opiniones o en las acciones colectivas de la comunidades organizadas por fuera de las estructuras participativas. En cambio, la evidencia indica una disminución en las actividades colectivas por fuera de las necesidades de los proyectos.”
Los autores sostienen que la “participación inducida” no es lo mismo que la participación espontánea o propia. Las organizaciones que “surgen de manera endógena” son parte de movimientos sociales, mientras que las “inducidas” tienden a organizarse a partir de la búsqueda de “dinero y otros recursos.”
Anba Grigri fue testigo del nacimiento de un gran número de los nuevos auto-proclamados CBO. Según Jean Louis Nicolas, funcionario local electo “Sí, hay muchas organizaciones creadas a partir de lo que está haciendo PADF. Están esperando que PADF las financie.”
En la capital de Haití, el antropólogo Schuller ha detectado el mismo fenómeno. “Existen muchas organizaciones creadas para canalizar el financiamiento de las ONG. Incluso podrían llamarse organizaciones falsas o tal vez organizaciones de bolsillo, porque tienen un pedazo de papel en sus bolsillos que dice que son una organización, pero para la mayoría de la población no existen realmente.”
“Captura de Elite”
Finalmente, uno de los efectos negativos registrados en el Sudeste de Haití, tal como lo hicieron Mansuri y Rao para el resto del país, es que las personas y organizaciones que se suponen beneficiados por los proyectos CDD en las regiones más pobres son aquellas que disfrutan de privilegios y del poder a nivel local. Este fenómeno es conocido como “Captura de Elite”, destacado como un riesgo, en los primeros documentos de PRODEP.
En su estudio, Mansuri y Rao detectaron que en los sectores pobres “unos pocos hombres ricos y políticamente conectados –quienes no necesariamente están más educados que otros participantes- tienden a tomar las decisiones en las reuniones comunitarias.”
François Brunel, miembro de OJDB (Oganizasyon Jen pou Devlòpman Bene) se mostró preocupado porque los proyectos y sus beneficios han sido utilizados para promover carreras políticas. Brune dijo que los CBO que lograron la aprobación del consejo fueron aquellos que “pertenecían al mismo grupo político” de los miembros más poderosos de ese espacio. “La selección de proyectos se realiza mediante elecciones [dentro del consejo], pero en esos mismos comicios, si no eres un buen ‘socio’ de los miembros del consejo, tu proyecto nunca será seleccionado.”
Aquellos que lograron obtener financiamiento para sus proyectos expresaron las mismas preocupaciones. El empleado en el molino de maíz Fabien Jean André Paul dijo a HGW que las organizaciones “deben hacer una especie de campaña” para asegurarse que tienen los votos necesarios para recibir los subsidios.
¿Un acercamiento exitoso?
Según la investigación de Mansuri y Rao, durante la última década el BM ha gastado unos 80 billones de dólares en los CDD y otros proyectos de desarrollo participativo alrededor del mundo. De ese dinero, al menos 61 millones fueron destinados a Haití.
¿Esos proyectos son una inversión exitosa? Sí, de acuerdo a los objetivos que ellos mismos expresan. Según los documentos de BM, sus proyectos construyeron o repararon 785 kilómetros de caminos, 444 puntos de distribución de agua potable y 448 aulas en escuelas; a su vez contribuyeron con la construcción y la provisión de otros servicios comunitarios como clínicas de salud.
¿Pero qué sucede con el 20-30 por ciento de los proyectos que fallaron? ¿Dónde fueron los 6 millones de dólares destinados a su financiamiento?
Más de la mitad de los 61 millones de dólares entregados a PRODEP – unos 32 millones de dólares- se dirigieron a las agencias que supervisaron los proyectos. ¿Cómo fue utilizado ese dinero?
Incluso si la creación de nuevos CBO era un objetivo, ¿estas organizaciones inducidas no produjeron un daño en el tejido social de Haití y en los grupos de base que existían con anterioridad? ¿La monetización del trabajo comunitario y las relaciones sociales en general no produjo un efecto negativo, tal como señalaron los economistas del BM y el antropólogo Schuller?
Finalmente, la creación de un estado paralelo, de una “estructura permanente de desarrollo local” dependiente de la ayuda extranjera, ¿contribuirá al desarrollo económico de Haití y a una transición a la democracia?
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